¿Cuáles fueron los reinos españoles de la Baja Edad Media?
Durante la Edad Media, los reinos españoles en la península ibérica desarrollaron estructuras políticas y sociales que fueron fundamentales para su organización y expansión. Aquí hay una descripción general de estos aspectos:
Organización política: Los reinos cristianos estaban gobernados por monarquías que ejercían su poder de manera descentralizada. El rey era la máxima autoridad, pero delegaba poder en nobles locales, quienes a su vez gobernaban sus territorios con cierta autonomía.
Régimen señorial: El régimen señorial era el sistema socioeconómico predominante. La tierra estaba controlada por la nobleza y el clero, quienes establecían señoríos donde los campesinos (siervos o villanos) trabajaban la tierra a cambio de protección y una parte de la producción.
Sociedad estamental: La sociedad estaba dividida en estamentos o clases sociales con derechos y deberes distintos. Los principales estamentos eran:
- Nobleza: Poseían tierras y privilegios, como la exención de impuestos y el derecho a administrar justicia en sus feudos.
- Clero: Controlaban la vida religiosa y cultural, y también poseían tierras y riquezas.
- Tercer estado: Incluía a comerciantes, artesanos y campesinos. No tenían privilegios y estaban sujetos a impuestos y obligaciones laborales.
Estas estructuras permitieron a los reinos cristianos consolidarse y expandirse durante la Reconquista, aunque también generaron tensiones y conflictos internos que marcarían la historia de la región
reino | Significado | Bandera |
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Corona de Castilla | Fue uno de los reinos más poderosos y se unió con el Reino de León. Eventualmente, se convirtió en parte de la base para la formación de España | |
Corona de Aragón | Este reino se expandió por el Mediterráneo, incluyendo territorios en Italia y Grecia, y se unió con Castilla a través del matrimonio de los Reyes Católicos | |
Reino de Navarra | Situado en el norte, mantuvo su independencia durante mucho tiempo y tuvo una historia compleja de alianzas y conflictos con Francia y Castilla | |
Reino de Portugal (cristianos) | Aunque no es técnicamente un “reino español”, Portugal se independizó de León y es importante mencionarlo debido a su proximidad y relaciones con los otros reinos ibéricos | |
Reino nazarí de Granada | El último reino musulmán en la península, que persistió hasta su conquista por los Reyes Católicos en 1492 |
La organización política de la corona de Castilla
La organización política de la Corona de Castilla durante la Baja Edad Media era compleja y se caracterizaba por una serie de instituciones que ayudaron a gobernar los vastos territorios que abarcaba. Aquí hay algunos aspectos destacados:
- Las Cortes: Eran una asamblea donde se reunían representantes del clero, la nobleza y las ciudades. Tenían poderes consultivos y de aprobación de impuestos.
- El Consejo Real: Era un órgano de gobierno y administración que asesoraba al rey en asuntos de justicia, finanzas y política.
- Los Adelantados Mayores: Eran gobernadores de frontera con autoridad militar y judicial en sus territorios.
- La Hermandad: Una alianza de ciudades para protegerse mutuamente y mantener el orden público.
- La Mesta: Una poderosa asociación de ganaderos que tenía gran influencia en la política económica de Castilla.
La Corona de Castilla también se caracterizaba por un sistema de fueros o leyes locales, y una burocracia creciente que gestionaba los asuntos del reino. El rey tenía la autoridad suprema, pero su poder estaba limitado por estas instituciones y por la necesidad de negociar con la nobleza y las ciudades.
Esta estructura permitió a Castilla convertirse en uno de los reinos más poderosos de Europa y, eventualmente, liderar la expansión española en el Nuevo Mundo.
La organización política y territorial de Castilla
La organización política y territorial de la Corona de Castilla se basaba en una estructura feudal, pero con particularidades propias que la diferenciaban de otros sistemas europeos. Aquí algunos puntos clave:
- Territorialmente: Castilla estaba dividida en diversas entidades como señoríos, obispados, y ciudades con fueros propios. Estas divisiones reflejaban el control local y la autonomía en ciertos aspectos de la gobernación.
- Políticamente: El rey era la figura central del gobierno, pero su poder estaba regulado por las leyes y por la necesidad de colaborar con otros poderes del reino.
- Las Cortes de Castilla: Eran una institución fundamental en la representación estamental, donde se reunían los estamentos del reino (nobleza, clero y ciudades) para discutir asuntos de estado y aprobar impuestos.
- El Consejo Real: Era el principal órgano de gobierno y asesoramiento al rey, compuesto por nobles y letrados, que tenía competencias en justicia, finanzas y política.
- Los Corregidores: Representantes del rey en las ciudades, que tenían funciones administrativas y judiciales.
- La Hacienda Real: Se encargaba de la administración de los ingresos y gastos del reino, y estaba cada vez más burocratizada.
- La Ordenanza: Regulaba la vida económica y social del reino, incluyendo aspectos como la Mesta, una organización de ganaderos con gran influencia.
La Corona de Castilla logró una notable centralización del poder en comparación con otros reinos contemporáneos, aunque manteniendo un equilibrio con la autonomía local y los privilegios de la nobleza y las ciudades. Esta estructura fue fundamental para la expansión de Castilla y su papel en la historia mundial durante los siglos siguientes.
Las instituciones de Castilla
Las instituciones de la Corona de Castilla jugaron un papel crucial en su administración y gobernanza durante la Baja Edad Media y el Renacimiento. Aquí están algunas de las más importantes:
Las Cortes: Eran una asamblea compuesta por representantes de los tres estamentos sociales: la nobleza, el clero y las ciudades. Tenían funciones legislativas y fiscales, y eran convocadas por el rey para discutir asuntos del reino y aprobar impuestos.
El Consejo Real: Era el principal órgano consultivo del rey, formado por nobles y letrados. Tenía amplias competencias en materia de justicia, legislación y administración.
La Chancillería: Eran tribunales superiores que se encargaban de la administración de justicia en nombre del rey. Había dos principales: la Chancillería de Valladolid y la de Granada.
Los Corregidores: Eran funcionarios nombrados por el rey para administrar y mantener el orden en las ciudades y sus territorios. Tenían funciones judiciales, administrativas y fiscales.
La Santa Hermandad: Una institución de carácter policial y judicial creada para proteger los caminos y combatir el bandolerismo. Estaba compuesta por representantes de varias ciudades.
La Mesta: Era una poderosa asociación de ganaderos de ovejas que gozaba de privilegios reales y tenía gran influencia en la economía castellana, especialmente en la transhumancia.
Los Alcaldes: Eran jueces locales que se ocupaban de la administración de justicia en los municipios.
Estas instituciones reflejan la complejidad y la diversidad de la organización política y administrativa de la Corona de Castilla, que fue capaz de adaptarse a los desafíos de gobernar un territorio extenso y diverso.
La organización política de la corona de Aragón
La Corona de Aragón, durante la Baja Edad Media y hasta el Renacimiento, tuvo una organización política compleja y única, que se destacó por su sistema de pactismo y federación de territorios con leyes y sistemas de gobierno propios. Aquí algunos aspectos clave:
El Rey: Era la figura central del poder, pero su autoridad estaba limitada por las leyes y privilegios de los distintos territorios que formaban la Corona.
Las Cortes: Cada territorio tenía sus propias Cortes, que eran asambleas representativas donde se discutían asuntos legislativos y fiscales. Las Cortes de Aragón, Cataluña y Valencia eran las más destacadas.
La Justicia de Aragón: Era una figura única de la Corona de Aragón, que actuaba como un defensor de los derechos y libertades de los aragoneses y tenía la capacidad de controlar al rey.
El Consejo de Aragón: Era un órgano consultivo y administrativo que asesoraba al rey en asuntos de gobierno y justicia.
La Diputación del General o Generalitat: En Cataluña, era un órgano de gobierno que se encargaba de la administración fiscal y la ejecución de las decisiones de las Cortes.
Los Virreyes: Eran representantes del rey en los diferentes territorios, con poderes administrativos y judiciales.
Los Bailes y Gobernadores: Funcionarios que administraban justicia y recaudaban impuestos en los distintos territorios.
La Corona de Aragón se caracterizaba por su respeto a la diversidad legal y política de sus territorios constituyentes, lo que permitió una cierta autonomía regional dentro de una estructura de poder compartido. Esta organización fue fundamental para el mantenimiento de la paz interna y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón.
La organización política y territorial de Aragón
La organización política y territorial de la Corona de Aragón se basaba en una compleja red de relaciones feudales y pactos entre el rey y los distintos territorios que la componían. Cada uno de estos territorios mantenía sus propias leyes y sistemas de gobierno, lo que daba lugar a una estructura de poder bastante descentralizada. Aquí algunos puntos clave:
El Rey de Aragón: Era el monarca de la Corona, pero su poder estaba limitado por los fueros y privilegios de cada territorio. Debía respetar las leyes y costumbres locales y gobernar con el consentimiento de las Cortes.
Las Cortes: Eran asambleas representativas en cada uno de los principales territorios de la Corona (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), donde se reunían los estamentos sociales para discutir y aprobar leyes, así como para conceder subsidios al rey.
La Justicia de Aragón: Era una figura jurídica única en el mundo que actuaba como garante de los derechos y libertades de los súbditos frente al poder real.
Los Consejos: Cada territorio tenía su propio consejo que asesoraba al rey o a su lugarteniente en asuntos de gobierno. El Consejo de Aragón, el Consejo de Cataluña y el Consejo de Valencia eran los más destacados.
Los Virreyes y Lugartenientes: Eran los representantes del rey en cada territorio cuando él no estaba presente. Tenían autoridad ejecutiva y judicial.
La Diputación del General o Generalitat: En Cataluña, era un órgano de gobierno que se encargaba de la administración fiscal y la ejecución de las decisiones de las Cortes entre sus convocatorias.
Los Fueros y las Observancias: Eran el conjunto de leyes y costumbres que regían cada territorio. Las Observancias eran decisiones judiciales que servían como precedente legal.
Esta estructura permitió a la Corona de Aragón operar como una confederación de estados, cada uno con su propia identidad y autonomía, pero unidos bajo un mismo monarca y ciertas instituciones comunes. Esta organización fue clave para la expansión mediterránea de la Corona y su influencia en la política europea de la época.
La organización política y territorial de Navarra
La organización política y territorial de Navarra al final de la Edad Media y en los siglos posteriores se caracterizó por su sistema de fueros y una relativa autonomía respecto a sus vecinos. Aquí tienes un resumen de sus características principales:
Organización política:
- Navarra era un reino con su propia monarquía. El rey o la reina de Navarra tenía poderes ejecutivos, pero estos estaban limitados por los fueros y las decisiones de las Cortes de Navarra.
- Las Cortes de Navarra eran una asamblea representativa compuesta por tres brazos: la nobleza, el clero y las ciudades y villas, que tenían poder legislativo y fiscal.
Organización territorial:
- El territorio estaba dividido en merindades, que eran las principales divisiones administrativas y judiciales. Cada merindad estaba gobernada por un merino, representante del rey.
- Dentro de las merindades, existían valles y municipios con un alto grado de autogobierno, respetando los fueros locales.
Fueros:
- Los fueros eran un conjunto de leyes y privilegios que regulaban la vida política, económica y social de Navarra. Garantizaban derechos y libertades a sus habitantes y establecían las obligaciones del rey hacia sus súbditos.
- Los fueros permitían una gran autonomía local y protegían a Navarra de la intervención externa.
Unión con Castilla:
- En 1512, las tropas de Fernando el Católico invadieron Navarra, y el reino fue incorporado a la Corona de Castilla, aunque mantuvo sus fueros y autonomía institucional.
- A lo largo de los siglos, Navarra conservó un grado significativo de autogobierno, incluso después de la unificación de España.
La organización política y territorial de Navarra refleja la importancia de los fueros y la autonomía local en la historia de España, y cómo estos elementos han contribuido a la identidad y el gobierno de la región hasta el día de hoy.
La crisis de los siglos XIV y XV
La crisis de los siglos XIV y XV en la península ibérica, y en Europa en general, fue un período marcado por una serie de eventos desafiantes que tuvieron profundas repercusiones sociales, económicas y políticas. Estos son algunos de los aspectos más destacados:
La Peste Negra: La pandemia de la peste bubónica que llegó a Europa en 1347 tuvo un impacto devastador, reduciendo drásticamente la población y causando trastornos sociales y económicos.
Crisis Económica: La disminución de la población llevó a una crisis agraria y a la escasez de mano de obra, lo que provocó cambios en las relaciones feudales y un aumento de los salarios.
Guerras y Conflictos: La Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, y las luchas internas en los reinos ibéricos, como la Guerra Civil Castellana, desestabilizaron la región.
Crisis Dinástica: La falta de herederos claros en varias monarquías europeas llevó a disputas sucesorias y conflictos internos, como la Guerra de Sucesión Castellana.
Reformas y Revueltas: El malestar social y las demandas de reforma dieron lugar a revueltas como la Revuelta de los Comuneros en Castilla y las Germanías en Valencia.
Cambios en la Iglesia: El Cisma de Occidente y los movimientos reformistas dentro de la Iglesia Católica desafiaron la autoridad papal y prepararon el camino para la Reforma Protestante.
Estos eventos contribuyeron a un período de transformación que cerró la Edad Media y preparó el escenario para el Renacimiento y la Edad Moderna. La crisis también impulsó cambios significativos en la organización política y territorial de los reinos ibéricos, que eventualmente llevarían a la unificación de España en el siglo XV.
La expansión de la corona de Aragón en el Mediterráneo
La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo durante la Baja Edad Media fue un proceso notable que transformó a Aragón en una potencia marítima con una amplia influencia en la región. Aquí algunos puntos destacados de esta expansión:
Conquista de las Islas Baleares: Bajo el reinado de Jaime I, la Corona de Aragón se expandió al conquistar Mallorca y luego Ibiza, estableciendo un control efectivo sobre las Islas Baleares.
Presencia en Sicilia y el sur de Italia: La participación de Aragón en las Vísperas Sicilianas y la posterior conquista de Sicilia extendieron su influencia al sur de Italia. Más tarde, Nápoles también se convirtió en parte de los dominios aragoneses.
Control de Cerdeña: A través de una serie de campañas militares y tratados, la Corona de Aragón estableció su presencia en Cerdeña, incorporándola a sus territorios.
Expansión hacia Grecia: La Corona adquirió territorios en Grecia, como el Ducado de Atenas y Neopatria, a través de la herencia y la conquista.
Comercio y diplomacia: La expansión no fue solo militar; también se basó en una red de alianzas matrimoniales, tratados y una floreciente actividad comercial que conectaba a Aragón con otros centros económicos del Mediterráneo.
La Marina de Aragón: Desarrolló una poderosa flota que le permitió proteger sus rutas comerciales y ejercer su influencia en el Mediterráneo.
Esta expansión mediterránea fue impulsada por una combinación de intereses económicos, políticos y estratégicos, y estableció a la Corona de Aragón como una de las principales potencias marítimas de la época. Además, ayudó a difundir la cultura y el derecho aragonés por el Mediterráneo, dejando un legado duradero en la región.
Las rutas atlánticas de castellanos y portugueses
Las rutas atlánticas establecidas por castellanos y portugueses en los siglos XV y XVI fueron fundamentales para la expansión marítima europea y el inicio de la era de los descubrimientos. Aquí algunos aspectos destacados:
Portugal: Bajo la dirección del Infante Don Enrique, conocido como el Navegante, Portugal comenzó a explorar la costa africana. Esto llevó al descubrimiento de las islas de Madeira y Azores y, finalmente, a la navegación alrededor del Cabo de Buena Esperanza por Bartolomé Díaz y la llegada a la India por Vasco da Gama.
Castilla: La Corona de Castilla, impulsada por los Reyes Católicos, patrocinó el viaje de Cristóbal Colón, quien en 1492 llegó a lo que se creía que era Asia pero que en realidad eran las Américas. Esto abrió una nueva ruta hacia un nuevo continente y marcó el comienzo de la colonización y exploración española en América.
Tratado de Tordesillas: Firmado en 1494, este tratado entre Portugal y Castilla dividió las zonas de influencia en el Atlántico, otorgando a Portugal los derechos de navegación y conquista al este de una línea imaginaria y a Castilla los mismos derechos al oeste de esa línea.
Exploraciones y Conquistas: Los portugueses continuaron su exploración hacia el este, estableciendo rutas comerciales con Asia y África, mientras que los castellanos expandieron su presencia en el Caribe, Centro y Suramérica.
Estas rutas no solo cambiaron el mapa del mundo conocido, sino que también alteraron las dinámicas comerciales y culturales globales, iniciando un intercambio que se conocería como la globalización temprana.
La expansión atlántica de Castilla
La expansión atlántica de Castilla, que tuvo lugar durante los siglos XV y XVI, fue un período crucial en la historia de España y del mundo. Durante esta era, Castilla, que más tarde se convertiría en parte de España, emprendió una serie de viajes y exploraciones que llevaron al descubrimiento de nuevas tierras y al establecimiento de rutas comerciales transatlánticas.
Este movimiento expansivo comenzó con la conquista de las Islas Canarias y se aceleró con el viaje de Cristóbal Colón en 1492, financiado por los Reyes Católicos, Fernando e Isabel. Colón llegó a lo que él creía que eran las Indias, pero en realidad eran las Américas, un nuevo continente previamente desconocido para los europeos.
La expansión atlántica no solo incluyó la exploración y colonización de territorios, sino también el intercambio de bienes, culturas y conocimientos entre Europa y las Américas, lo que tuvo un impacto profundo y duradero en la historia global. Este período también está marcado por aspectos controvertidos, como el tratamiento de los pueblos indígenas y el comienzo del comercio transatlántico de esclavos.
La conquista castellana de Canarias y las expediciones portuguesas
La conquista castellana de las Islas Canarias fue un proceso que se extendió desde principios del siglo XV hasta la década de 1490. Castilla, interesada en expandir su influencia en el Atlántico, emprendió la conquista de este archipiélago que estaba habitado por los guanches, un pueblo de origen bereber.
Las expediciones comenzaron con la toma de Lanzarote en 1402 por parte de los normandos Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle, bajo la autoridad de Enrique III de Castilla. La conquista se llevó a cabo de manera intermitente, enfrentando resistencia de los guanches y complicaciones políticas, como los intereses de Portugal en la región.
Por otro lado, las expediciones portuguesas del siglo XV fueron impulsadas por el príncipe Enrique el Navegante, quien estableció una escuela de navegación en Sagres. Portugal se enfocó en la exploración de la costa africana, buscando una ruta marítima hacia las ricas fuentes de especias y oro de Asia. Estas expediciones llevaron al descubrimiento de Madeira, las Azores y Cabo Verde, así como al paso por el Cabo de Buena Esperanza en 1488 por Bartolomé Díaz.
Ambas naciones, Castilla y Portugal, jugaron roles fundamentales en la Era de los Descubrimientos, estableciendo las bases para el colonialismo europeo y el intercambio global en los siglos venideros. El Tratado de Tordesillas en 1494 dividió el mundo no cristiano entre ambas coronas, dando a Portugal el control sobre sus rutas hacia el este y a Castilla el acceso a las Américas
Tratado de Tordesillas
El Tratado de Tordesillas fue un compromiso suscrito en la villa castellana de Tordesillas el 7 de junio de 1494 entre los representantes de Isabel y Fernando, reyes de Castilla y de Aragón, por una parte, y los del rey Juan II de Portugal
Este histórico acuerdo estableció un reparto de las zonas de navegación y conquista del océano Atlántico y el Nuevo Mundo (América) mediante una línea situada a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. El objetivo era evitar conflictos de intereses entre las coronas de España y Portugal
En la práctica, el tratado garantizaba que los españoles no interfirieran en la ruta portuguesa del cabo de Buena Esperanza, y viceversa: los portugueses no lo harían en las recientemente descubiertas Antillas. Además del convenio de límites en el océano Atlántico, ese día también se firmó otro tratado en Tordesillas por el cual se delimitaron las pesquerías del mar entre el cabo Bojador y el Río de Oro, así como los límites del Reino de Fez en el norte de África
La Unesco le otorgó la distinción de Patrimonio de la Humanidad en 2007 dentro de su categoría “Memoria del mundo” como documento compartido entre España y Portugal